Se confirma la seguridad de la primera córnea artificial española para implantes en
pacientes con úlceras crónicas.

Durante el año 2006 se consiguió fabricar en Europa la primera córnea artificial, gracias a
un equipo de investigadores de la Universidad de Granada (UGR).
Se necesitaron ocho años más para estar completamente seguros de que podían realizar el
primer implante con este nuevo tejido, lo que quiere decir que la primera intervención se
llevó a cabo en 2014. El paciente tenía problemas de úlcera corneal crónica, y a partir de
aquí empezó el marco de un ensayo clínico autorizado por la Agencia Española del
Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS), en el que 5 personas con el mismo
problema pasaron por dicha intervención.

“Los pacientes seleccionados para el ensayo tenían úlceras corneales graves, y ninguno de
ellos había respondido a otros tratamientos. En todos los casos los riesgos y los beneficios
de la intervención estaban equilibrados”, explica Carmen González, oftalmóloga del Clínico
San Cecilio de Granada. “La córnea artificial, siguiendo instrucciones de la AEMPS, se
realizó en sólo uno de los ojos. Además, los trasplantes entre los cinco pacientes se
realizaron con un intervalo de tres meses hasta comprobar que el procedimiento no
causaba ningún efecto secundario en los intervenidos”.

Una vez realizados los trasplantes, se hizo un seguimiento regular de dos años sobre cada
paciente, concluyendo con que no se produjeron efectos secundarios adversos serios en
ninguno de los casos. De hecho, en tres de los cinco casos se produjo una mejora de la
visión, y el dolor y las molestias se redujeron drásticamente en todos los casos.
Por fin podemos confirmar que la primera fase de este ensayo ha concluido, y se ha
cumplido el objetivo principal que era comprobar la bioseguridad del nuevo compuesto y su compatibilidad con el tejido biológico en el que se asienta.

Por este motivo, ya ha dado comienzo la fase dos del ensayo, con 14 personas más a las
que se les ha implantado el tejido artificial. Ahora el objetivo es comprobar si los pacientes
reducen el dolor al mejorar sus síntomas y su calidad de vida y, si observamos algunos
datos obtenidos en la primera fase, podemos ver que todo apunta a que la respuesta
también será positiva.

¿A qué le debemos esta gran noticia?

A los tres componentes clave de estas córneas artificiales:
● Células madre, procedentes de los ojos de un donante fallecido. Los ojos de los
pacientes tenían problemas tan graves que era inviable extraérselas a ellos.
● Fibrina, una proteína fibrosa que participa en la coagulación de la sangre en el
cuerpo humano.
● Agarosa, un polisacárido de origen marino, obtenido de las algas rojas. La fibrina era
demasiado blanda y gelatinosa, a la par que necesaria. Por ello, utilizaron la agarosa
para lograr la consistencia del material.

Este descubrimiento en el ámbito de la oftalmología tiene grandes ventajas. Cuando se
hace un trasplante de córnea humana, se suelen presentar varios problemas: la necesidad
de disponer de donantes, la posibilidad de rechazo y el hecho de que en ciertos pacientes,
el trasplante no es posible.

Con esta nueva córnea artificial, estos problemas desaparecen: “Lo más importante es que
no hay que esperar a que un paciente fallezca y done sus órganos. Además, esta
metodología podría utilizarse con células del propio paciente (en algunos casos), con lo cual
desaparece totalmente el riesgo de rechazo”, nos explica Miguel Alaminos, doctor del
Instituto de Investigación Sanitaria de Granada.

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