Normalmente, tendemos a pensar que los ojos claros (azules o verdes) son más sensibles o más propensos a las enfermedades oculares. Esta idea es muy exagerada, nos lo pueden asegurar en cualquier clínica oftalmológica y contiene sólo una parte de verdad. Los ojos claros no sufren más enfermedades que los oscuros, aunque existen enfermedades que afectan a los ojos y que cursan con un iris de color claro como el albinismo. Pero lo que hace que esos ojos sean delicados es la enfermedad en sí, no el color de los ojos.

¿Qué diferencias reales existen entre los ojos claros y oscuros?

A la hora de realizar ciertos tratamientos para el glaucoma, las gotas de dilatar tienen un efecto más rápido en ojos claros que en oscuros. El iris se compone de dos músculos, un tejido de sostén con vasos sanguíneos, y una capa de pigmento que le da color. Un iris oscuro tiene más pigmento y más tejido de sostén por lo que las gotas no llegan completamente al iris. Sin embargo, en el caso de los ojos claros, los músculos están más expuestos al fármaco. Existen varias especulaciones para diferenciar los ojos claros de los oscuros:

  • Los iris azules o verdes se cierran peor con la luz. Con la luz intensa, la pupila se queda más grande y entra más luz al ojo, de ahí la fotofobia.
  • La luz atraviesa mejor un iris claro, de forma que llega más luz al interior del ojo.

Aunque estas teorías suenan bien, realmente no funcionan así, como confirma nuestra clínica oftalmológica. Salvo enfermedades oculares, un iris es opaco aunque sea claro. Entonces, ¿cuál es la causa? Pues el problema real no está en el iris, sino en la parte posterior del ojo, la retina y más concretamente en el epitelio pigmentario. El epitelio pigmentario alimenta a los fotoreceptores. El pigmento es una molécula con gran capacidad de absorber la luz. Excepto por el epitelio pigmentario, la retina es casi transparente. Unos pocos de rayos de luz sirven para estimular a los receptores, pero el resto de la luz la atraviesa y llegaría a las capas más profundas del ojo. Las demás capas de ojo, ya no son transparentes, así que unos rayos rebotarían y otros se absorberían.

Con mucho pigmento, la luz que entra es bien absorbida y el ojo se mantiene como una cámara relativamente oscura. Con poco pigmento, hay más luz que se refleja dentro del ojo por lo que los receptores se saturan más. Por lo tanto, los ojos con iris claro son más sensibles a la luz porque normalmente (aunque no siempre) se acompañan de poco pigmento en el fondo del ojo.

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