La retina es la encargada de captar los datos y mandarlos a nuestra corteza cerebral. Pero la retina solo es capaz de captar imágenes en dos dimensiones, por lo que con frecuencia resulta limitante porque solo es capaz de apreciar colores, bordes y formas. Esas imágenes que parecen desordenadas y sin equilibrios causan el desconcierto a nuestros ojos.

Las ilusiones ópticas realmente consisten en ciertos efectos que se producen en nuestro sentido de la vista pero que constituyen percepciones que en realidad son falsas o erróneas. Las llamamos falsas cuando no existe lo que el cerebro nos transmite visualmente y erróneas cuando el cerebro interpreta de manera equivocada la información visual.

Se habla de que en ciertas ilusiones ópticas el componente fisiológico es el que hace que sucedan. Por ejemplo cuando recibimos un deslumbramiento, los receptores luminosos de la retina se saturan y en ocasiones vemos pequeños puntitos de luz a causa de un flash. Aunque también puede tener una causa cognitiva que se da cuando el cerebro malinterpreta las señales que el ojo le envía. Esto suele ocurrir en relación con la perspectiva de dos objetos por ejemplo.

Por lo que podríamos diferenciar entre dos tipos de ilusiones ópticas fundamentales:

Ilusiones cognitivas: Como hemos explicado de manera escueta en el párrafo anterior, ocurren cuando el cerebro interpreta la información de manera errónea. Normalmente se da en fallos sobre las perspectivas y dimensiones de los objetos. Uno de los ejemplos más comunes es en el que se muestra una imagen en blanco y negro que en una primera vista hace que veas un objeto y cuando te fijas bien eres capaz de ver otro. Pongamos como caso conocido el de los dos perfiles y la lámpara.

Ilusiones fisiológicas: Se conocen como las postimagenes y el término se refiere a las imágenes que se quedan de manera prolongada ante nuestros ojos tras mirar otra muy luminosa. Se da como consecuencia a un excesivo estímulo visual. Como ejemplos podríamos citar a las espirales con colores intensos que parecen encontrarse en movimiento o el Cristo que vemos en la nada tras mirar una imagen de el con tres punros en la pantalla de nuestro ordenador. El parpadeo, el brillo, o los colores contribuyen a fijar esas imágenes.

 

 

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