Una alergia se produce cuando nuestro sistema inmunológico reacciona a un elemento normalmente de carácter inofensivo llamado alérgeno. Cuando dicho alérgeno entra en contacto con la superficie del ojo, ciertas células (llamadas mastocitos) liberan histamina y otras sustancias para combatir el alérgeno. Esta respuesta hace que los ojos se tornen rojos, y ocasionando la aparición de picor y lagrimeo.

Muchas de estas alergias oculares son la respuesta de nuestro cuerpo a los alérgenos presentes en el aire – tanto en zonas interiores o abiertas – como el polvo, los pelos y caspa de animales, el humo o incluso el moho. Aunque la mayoría de alérgenos más comunes en el aire son el polen perteneciente a flores o árboles de gran tamaño, que contribuyen al desarrollo de alergias estacionales.

También se ha de tener en cuenta las reacciones alérgicas producidas por los componentes de perfumes, cosméticos o medicamentos. Algunas personas son alérgicas a productos químicos presentes en gotas lubricantes oculares. Estas personas deben extremar las precauciones y usar gotas libres de preservantes químicos.

En ocasiones, los ojos también pueden reaccionar a otros alérgenos que no necesariamente han de entrar en contacto directo con nuestro ojo, sino que se encuentren presentes en alimentos o en picaduras de insectos.

Hay que destacar que las alergias también pueden ser heredadas de los padres, siendo más propenso a desarrollarla si ambos padres la poseen

¿Cómo se diagnostica una alergia?

Para obtener un diagnóstico fiable y un tratamiento posterior eficaz, debemos acudir a un oftalmólogo para que nos realice un examen en profundidad de la superficie ocular a través de un microscopio especial con lámpara de hendidura. Una revisión en la que se tendrá en cuenta el historial previo del paciente así como los antecedentes familiares en relación a las alergias.

Cuando el paciente presente una alergia grave, el especialista podría realizar según su criterio una prueba adicional, la cual consiste en raspar suavemente la zona conjuntiva del ojo para obtener una muestra de células blancas de la sangre (llamadas eosinófilos) y que ayudarán al oftalmólogo a determinar un mejor diagnóstico y solución.

Prevención y Tratamiento

La mejor recomendación es evitar ambientes con gran presencia de alérgenos como pueden ser: polvo, moho, polen, aire acondicionado, pelos de mascotas, etc.

A continuación os dejamos con una serie de trucos para evitar las alergias más comunes:

  • Las personas con alergia al moho, deben intentar mantener el nivel de humedad de sus hogares en un intervalo entre el 30% y el 50%.
  • Limpiar las áreas de alta humedad como sótanos, baños y cocinas con frecuencia, utilizando si fuera necesario un deshumidificador.
  • Extremar la limpieza de dormitorios para evitar la exposición a los ácaros del polvo. En algunos casos, será necesario la compra de protectores especiales en sábanas y almohadas para evitar el contacto de los ácaros con la piel.
  • Usar siempre trapos húmedos para atrapar y eliminar más fácilmente los alérgenos.
  • Lavar cuidadosamente las manos tras tocar a un animal doméstico, así como lavar la ropa que presente pequeños pelos adheridos.

En cuanto a los tratamientos que pueden ser aplicados por el médico y nuestro oftalmólogo encontramos los siguientes:

  • Lágrimas artificiales: Ayudan a reducir las alergias oculares temporalmente, ayudando a eliminar los alérgenos del ojo. Además, también son utilizados para aliviar la sequedad e irritación ocular.
  • Descongestionantes: Podemos encontrar dos tipos, con y sin antihistamínicos. Son muy eficaces para reducir el enrojecimiento aunque su uso debe ser moderado, ya que pueden incluso empeorar el enrojecimiento e irritación de la zona. Aunque no es aconsejable abusar de su uso pues pueden producir irritación.
  • Antihistamínicos orales: También son útiles para aliviar los síntomas de la alergia, aunque al igual que los descongestionantes, poseen el efecto secundario de la sequedad ocular.
  • Inmunoterapia aplicada con inyecciones: Es un tratamiento que debe ser aplicado durante un largo período de tiempo, pero cuya eficacia es muy elevada. Consiste en la inyección de dosis muy pequeñas de alérgenos que se van aumentando gradualmente para alcanzar la inmunidad del organismo de la persona afectada.

Muchas personas confunden el “ojo seco” con una alergia, realizando autodiagnóstico ineficaz y que puede derivar en problemas mayores. Hay una serie de diferencias que debemos tener en cuenta para diferenciar dichas patologías aunque el diagnóstico final siempre debe ser realizado por un profesional.

  • Mientras que el ojo seco provoca una sensación de ardor y de picor pronunciado, la alergia es un picor de graduación variable que en ocasiones puede ir o no acompañada por estornudos.
  • Cuando una persona padece ojo seco, su dolencia empeora durante el día y únicamente notan un leve alivio al cerrar los ojos. Esto no se produce con las alergias.
  • Las personas que padecen ojo seco, deben evitar los lugares con escasa humedad o con aire acondicionado, ya que pueden agravar los síntomas. En cambio y casi al contrario,en las personas que sufren de una alergia es recomendable aislarse del ambiente exterior cerrando completamente las ventanas y utilizar el aire acondicionado para evitar el contacto del alérgeno con la superficie ocular.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies